El Sistema Cooperativo Brasileño no contaba con una estructura capaz de promover la cultura cooperativista y entrenar a los profesionales en forma sistemática e independiente del estado. Durante todo el siglo XX, el cooperativismo brasileño se desarrolló a través de la diseminación informal de conceptos, valores y técnicas.
En las décadas del 70 y 80, el cooperativismo era reglamentado por el Consejo Nacional del Cooperativismo - CNC, y fiscalizadas por el Instituto Nacional de Colonización y Reforma Agraria - INCRA, que tenía por atribución la expedición de una autorización de funcionamiento para las cooperativas. Así, las cooperativas estaban bajo el control e intervención estatal.
En 1988, durante el proceso constituyente, el sistema cooperativo brasileño hizo grandes esfuerzos para la aprobación de la autogestión de las cooperativas (autonomía de constitución y funcionamiento sin la interferencia estatal en la gestión de las cooperativas), el reconocimiento del acto cooperativo (como un acto diferente del acto comercial) y el compromiso del estado en desarrollo del cooperativismo.
Como consecuencia inmediata, hubo problemas como: La diseminación indiscriminada de conceptos distorsionados de la gestión cooperativa, en concomitancia con un crecimiento acelerado en la constitución de cooperativas en las juntas comerciales de los estados, como respuesta a la crisis económica de la época.
Al mismo tiempo, se iniciaron los esfuerzos tanto de la Organización de las Cooperativas Brasileñas - OCB, como de las Organizaciones Estatales - OCEs, para la implantación de un sistema de diseminación de estándares eficientes de gestión cooperativa, capaz de generar los beneficios sociales y económicos esperados.
Sin embargo, el sistema cooperativo no estaba listo para garantizar la continuidad de su pleno crecimiento, funcionamiento dentro de sus principios, ante la apertura y la desreglamentación de los mercados, escasez de financiaciones y aumento de las cargas tributarias.
En las últimas décadas, las cooperativas que conquistaron su espacio en la economía nacional y local, pasando por los cambios estructurales que ocurrieron por todo el mundo, sintieron la necesidad de inversión en capital humano, para permanecer competitivas en la prestación de servicios a sus cooperados, a largo plazo.
Esta necesidad fue tomada como una política del sistema cooperativo en el XI Congreso Brasileño de Cooperativismo, al ser deferida la Implantación del Programa de Autogestión, que busca el desarrollo autosostenido, expresado en la forma de calidad de la gestión, credibilidad ante terceras partes, y transparencia ante el plantel social. Para ello se necesitaba crear una estructura organizativa para promover la educación enfocada en las necesidades del cooperativismo.
Durante la década del 90, las cooperativas agropecuarias, que asumieron todo el pasivo de la inadecuación de la política agrícola que sostenía a la política monetaria, vigente en ese entonces, pasaron por grandes dificultades financieras y estructurales. Este proceso desencadenó el Programa Nacional de Revitalización de las Cooperativas Agropecuarias - RECOOP, para la dilatación del plazo de pago de las deudas, la financiación y reestructuración de las cooperativas.
El SESCOOP - Servicio Nacional de Aprendizaje del Cooperativismo tuvo origen en el RECOOP, con el objeto de organizar, administrar y ejecutar en todo el territorio nacional la enseñanza de la formación profesional, el desarrollo y la promoción social del trabajador en cooperativas y de los cooperados, para todos los rubros de la actividad.
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